martes, septiembre 26, 2006

El arte de ser o no ser artista

Cuando el decepcionado Gombrich aseguraba que ya no existía el Arte y que ya sólo había artistas, lo que hacía no era sino ahondar en la teoría de que la “cosa” denominada Arte es Arte debido, no tanto al producto mismo cuanto a la firma que lo legitima como tal; es decir, no tanto debido a la existencia de un producto legitimado por excelente cuanto a la existencia de un autor/creador, tan re-conocido como incuestionable, que da cuenta de su libertad y por ende de la Libertad. Así pues, es Artista quien haga cosas consideradas Arte por el mismo mundo del Arte, que es, por otra parte, quien entre otras cosas crea, configura y recrea aquello que garantiza la misma existencia del Arte: la Historia del Arte.
Artista es, en definitiva, el firmante de esas obras que nos son presentadas en nombre del Arte. La pregunta verdaderamente esclarecedora no sería, por tanto, quién es artista, sino es qué es ser artista¸ o ¿cuáles son las condiciones suficientes y necesarias para convertirse en artista?


Planteemos unos silogismos sencillos y encadenémoslos:

Premisa I: Javier es artista
Premisa II: Muchos quieren ser artistas y pocos los que lo logran.
Conclusión: Javier es un ser privilegiado, extra-ordinario.


Premisa I: Javier es artista
Premisa II: Hay muy pocos artistas respecto a los no-artistas que hay
Conclusión: Javier es un ser excepcional (desde el punto de vista numérico, estadístico).

Premisa I: Javier es artista
Premisa II: El Arte es un bien para la Humanidad
Conclusión: Javier es un ser excepcional (desde el punto de vista ético)

Premisa I: Muy pocos logran ser artistas de entre los muchos que lo pretenden.
Premisa II: La cifra de los que quieren ser artistas es despreciable respecto a los que no pretenden serlo.
Conclusión: Los artistas son seres privilegiados y excepcionales con independencia del producto con el que representan al Arte.

Quede claro en cualquier caso que Javier, como cualquier artista, sólo puede ser un ser excepcional con independencia de lo que en nombre del Arte haga. Como apuntaba Gombrich. Y eso es así porque, dadas las condiciones con las que opera el mercado, el éxito de tal o cual creador se deberá, con toda certeza, a la pura contingencia (cuando no a cuestiones menos “artísticas”). Sabemos que un creador llega a ser artista por cuestiones ajenas a un juicio de valor universal sobre su producto. Y lo sabemos porque no existe la posibilidad de un criterio de juicio que pudiera ser universal. Todo criterio con posibilidades de ser universal acabaría con la misma idea de Arte, que es lo que es por haber eliminado todo criterio que, por poder ser universal, fuera restrictivo en el uso de la Libertad.

Por eso no importa lo que diga el artista ni cómo lo diga; esto es: por eso no importa realmente el producto mismo del artista (la Obra de Arte) siempre y cuando sigan existiendo artistas. Juzgar el producto Arte sería algo perfectamente futil si no fuera porque para lo que sirve, y además perfectamente, es para mantener viva la idea de Arte. Sólamente. A propósito, resulta gracioso ver lo bien que han entendido esto los poderes fácticos (tanto económicos como políticos) y lo que se resisten a entenderlo los propios artistas.

A pesar de todo, y dada la inevitablemente admitida excepcionalidad de todo artista, un artista es un ser que elabora “cosas” que, no pudiendo ser juzgadas por excelencia alguna resultan positivas para la Humanidad; “cosas”, pues, cuyo valor descansará exclusiva e inevitablemente sobre la existencia de la figura del artista: un ser que es excepcional debido a cuestiones contingentes.
Excepcionalidad, como digo, que no podrá demostrarse acudiendo al producto por ellos elaborado, pero gracias al cual se podrá constituir la diferencia que media entre el artista y el no-artista. De otra forma no cabría la diferencia entre artista y no-artista, y por tanto carecería de sentido la existencia de algo (excepcional) que se basa en la diferencia respecto a la norma. Es decir, un panadero, un dentista, un mecánico, un director de cine y un abogado no son artistas porque el producto de su trabajo, además de estar elaborado a partir de normas (o precisamente por ello), no se puede permitir el lujo de poder no ser juzgado. No cabría imaginar a un dentista que corrigiera dentaduras a base de martillazos, aunque menos aún cabría imaginar que el dentista justificara su actitud en la trasgresión a la norma como signo de libertad. Como tampoco cabría imaginar un panadero que elaborara panes de mármol. Y nos sonaría ridículo que nuestro panadero nos quisiera vender panes de mármol como gesto de compromiso con los desfavorecidos por el libre mercado. Sobre todo si lo que tenemos es hambre.

¿Qué es ser artista, entonces? Respuesta: un artista es aquel que elabora unos productos que, al no poder ser juzgados en base a excelencia alguna, no pueden considerarse más que excrecencias de un ser amorfo.

3 comentarios:

juan diez del corral dijo...

Recibí el anuncio de la publicación de tu blog estando en Brasil, de donde volví justo ayer. Los he leído todos juntos y he pasado un buen rato, pero espero pasármelo mejor leyendo cada vez que escribas.
Por mi parte venía escribiendo una cosa que no era un blog, sino una carta de arquitectura a los amigos locales, pero ya que me he metido en esta página y que ha sido tan fácil hacerme un blog propio, cuando vea que pueda interesar lo que escriba a alguien más allá de mi terruño, lo colgaré aquí.
Un abrazo

juan diez del corral dijo...

Ah, por cierto, mi blog se llama www.ladrillohuecodoble.blogspot.com

juan diez del corral dijo...

Estoy de pruebas con mi blog y me estoy haciendo un pequeño lío. De momento le he cambiado el nombre y ahora se llama LHDjuandiezdelcorral en vez de ladrillohuecodoble. Pero todavia no consigo que aparezcan las imágenes y mi blog de arquitectura necesita casi siempre imágenes. Ya veré como lo consigo.