sábado, marzo 22, 2008

Voto útil y miedo

Hay quien se mueve por ideales y hay quien sólo le mueve el odio.
Las guerras civiles son el producto de un odio entre dos partes llevado a la contienda.
En una sociedad donde hay odio pero no contienda lo que impera y prevalece es el miedo. Quien vive en el País Vasco sabe lo que es el miedo y sabe que una guerra existe sin que haga falta declaración de guerra alguna. Ni bombas. Aunque sí minas y humillación.
El mal se instala en esas sociedades donde el miedo impera y se impone como forma de vida. Quien vive en el País Vasco sabe que el miedo es lo que impide el ejercicio de la verdadera libertad, la libertad con la que vivimos los valencianos, los castellanos, los andaluces... todos los que no sabemos NADA de lo que es vivir con miedo.
No se trata de juzgar a un determinado partido político en función de su ideología, sino de juzgar los hechos (los actos). Obras son amores y no buenas razones.
No se trata de juzgar al gobierno en términos generales, sino de juzgarlo por aquello que lo convierte en cómplice del miedo que padece un sector de la población.
Quien vive en el País Vasco sabe a lo que me refiero. Y si no que se lo digan a esos cientos de miles de vascos que no pueden expresar su opinión en público sin miedo a que le quemen el coche. O algo peor.
Miedo es eso con lo que NO viven los andaluces, valencianos, extremeños...
Hay quien se mueve por ideales y hay quien sólo le mueve el odio. Quienes apoyan a un partido político que permite y por tanto refuerza el miedo que imponen los nacionalistas en un territorio donde el miedo vive instalado son, como mínimo, insolidarios con las injustas víctimas. Y quienes no son capaces de ser solidarios desde el no miedo que conlleva la libertad es que probablemente no son buenas personas.
Ha nacido un partido de izquierda que manteniendo los fundamentales ideales de su ideología se ha sabido desvincular de esa otra imperante izquierda psicótica y demagógica que defiende el matrimonio gay pero que patrocina el miedo. Tal partido ha sido, digan lo que digan, un fracaso. Quienes han votado al partido del gobierno tenían la oportunidad de ser solidarios y defender la libertad. Votando al partido de Rosa Díez. Pero el miedo les ha podido y han preferido votar a la contra. Con voto útil, supongo. Parece que, en esta ocasión, el 90 % de los votos sacados por el gobierno ha sido a costa del voto útil, voto a la contra. A la contra de la oposición, pero a favor del miedo.

martes, marzo 11, 2008

Genética indomesticada

De las mujeres vivas, una de cada tres es o ha sido violentada por uno o varios hombres. Nos dicen. Las estadísticas son así, se escupen para quien las quiera interpretar. Y nadie se atrevería a descreer de ellas cuando el tema en cuestión invoca a la conciencia social (aunque todos duden de ellas cuando los datos hacen referencia a circunstancias políticas). Así pues, habrá que interpretarlas. Sabemos, porque nos lo dicen, que la cifra en cuestión hace referencia a la población femenina mundial: una de cada tres es o ha sido violentada por uno o varios cabrones. Nos dicen. No sabemos, sin embargo, cuál es la diferencia de grado que hay entre países, ni cómo debemos entender exactamente el verbo violentar, ni sabemos la regularidad o la frecuencia con la que ese tercio de población mundial ha sido violentada, ni en qué circunstancias. Se sabe la cifra pero no los detalles. Pero ahí están, escupidas.

Olvidémonos de los países no civilizados. Más, pues: el año pasado fueron más de 70 las asesinadas en España. Ahora son 80.000 las mujeres que han denunciado a sus parejas y viven amenazadas, pero las estadísticas dicen que sólo denuncia el 20 %, por lo que debemos saber que son 400.000 las mujeres violentadas por unos canallas. Cifra alarmante, sin duda, pero que no se corresponde con esa otra cifra que hace poco se hacía pública en otro medio y que decía que una de cada cuatro mujeres era maltratada aquí en España (diferencia, por cierto, nada nimia y que debería inducirnos, seguro, a la reflexión: 400.000 no son 6.000.000).

Hace unas horas han sido asesinadas cuatro mujeres por sus respectivas parejas. La cifra, desde luego, es más que alarmante, pero no tanto porque lo sea en sí misma cuanto porque el incremento de asesinatos va parejo a un aumento de la concienciación masiva y el adoctrinamiento prematuro. Un político decía en un medio el mismo día de los hechos “se va hacer un esfuerzo para educar a los niños en la igualdad”. Y por otra parte, desde casi todos los lados, se incidía en que eso es lo que pasaba en una sociedad machista, por ser una sociedad machista.

De esta forma, tenemos por una parte un término, el del igualdad, que al parecer hay que explicar a los niños y por otra la de la asociación (político/mediática) del concepto de machismo (genérico) al de delincuencia (de unos asesinos). Pues bien, ésta es siempre la tónica después de los hechos en la medida en que responde a la estrategia seguida por los políticos y los media. Esa es la metodología que por tanto debe seguirse, siempre según esa Opinión Pública, en la educación de los niños: la de hablarles de igualdad y de machismo después de un asesinato. A todos los niños, claro, pero mirando fijamente a los ojos de ellos, los varones, los potenciales asesinos.

Toda explicación mediática y educativa, pues, tratará de inculpar al género que queda representado por los asesinos. La sinécdoque llevado al grado sumo de la perversión. Tal es la tónica, tal es la estrategia, la que día a día demuestra su perfecta ineficacia. Pero erre que erre, se insiste en la estrategia de criminalización de género. Y a nadie parece preocuparle demasiado las cifras de asesinadas (tan alarmantes realmente) puesto que nadie plantea la posibilidad de haber errado en la estrategia y a nadie se le ocurren otras opciones estratégicas más razonables. Concienciación no es criminalización, aunque la Opinión Pública no parezca saberlo.

En la educación infantil, todo el peso de la culpabilidad se encuentra dirigido al niño (varón), de la misma forma que en la sociedad adulta todo el peso de la culpabilidad se encuentra enfocado hacia el hombre (varón), que por eso “la lacra es”, dicen, “la consecuencia de una sociedad machista”. Y desde este punto de vista sólo hay prevención cuando se previene al hombre (varón) del mal que va a cometer. No hay mujer sospechosa, sólo hombres sospechosos. Esa es la máxima de la estrategia. Así, se conculca la igualdad en la teoría mediática, pero sin darse cuenta que con tal estrategia se crea la primera gran desigualdad, esa en la que el niño ya desde pequeño comienza a ser sospechoso.

El término igualdad es complejo, por lo que no es en absoluto el más apropiado para ser usado en la educación infantil. Necesitaría de grandes matices. No, la clave no se encuentra en la cuestión de la igualdad, sino en la del respeto y la autoestima. Ellos deben aprender a respetarlas a ellas (cuando la testosterona les explota) y ellas deben aprender a quererse a sí mismas (cuando comienzan sus capacidades electivas). Y por algo será que hay que enseñarles cosas distintas. Quizá porque no son iguales, quizá porque las hormonas no responden igual en un género que en otro ni a las mismas edades.

Otra cosa sería hablarles de justicia social y de derechos ante la ley, pero estamos hablando de igualdad a partir de un asesinato no de una injusticia social. Los asesinos matan por aquello que los hace diferentes a las mujeres, no por lo que los hace iguales. Lo que por tanto habría que hacer es ahondar en la diferencia, analizarla y en función de los datos dirigir la educación hacia una prevención realista. Probablemente la causa por la que el 99% de los asesinos han matado a sus mujeres no se encuentra asociada a las injusticias sociales. Más bien se debe (y quien dude que mire las estadísticas) a algo más irracional, más vinculado a lo atávico, a lo genético, eso que tan poco gusta a los ultraambientalistas y a los que creen que todo el mal proviene de las convenciones sociales. Esto es, más vinculado a lo que nos diferencia a los varones de las hembras. Por lo que resulta peligroso además de erróneo insistir en lo de la igualdad. Exigir la igualdad podría, de este modo, servir para justificar que las mujeres asesinaran a los hombres, ya que, además, nadie dudaría de la maldad de ellos, las víctimas.

martes, marzo 04, 2008

Terror nocturno

Juro por Dios que es la primera vez que me pasa. Por lo que es absolutamente cierto.
Cada uno es muy libre de imponerse las disciplinas que le vienen en gana. Y yo no iba a ser menos. No se trata de manías, o sí, pero el caso es que yo me impongo una serie de hábitos con el único fin de establecer beneficios saludables. Por ejemplo, tengo por costumbre, o tal vez debiera decir tengo como norma, no dormirme nunca en el sofá viendo la televisión (por la noche). En efecto, creo que lo que me permite dormir relativamente bien y, sobre todo, dormirme con inmediatez una vez pillo el lecho, es el hecho de ir al lecho cuando me vienen los primeros signos de sueño. Sé que hay gente que se duerme en la cama mientras tiene la televisión encendida y omnipresente. Creo que no casualmente eso es lo que les hace dormir malamente, como diría la gente de allí. Yo no, yo sólo me acuesto cuando el sueño hace presencia y me acuesto para dormir. La cama está para ello (salvando otras excentricidades) y no para hacer migas ni leer a Coetzee. Por tanto, juro por Dios que ayer fue la primera vez que me pasa. Intenté sobreponerme con todas mis fuerzas, pero nada. Y utilizando todos los trucos que conozco, pero nada, resultaron infructuosos. Encendí más luces de las que suelo tener encendidas, pero nada; subí el volumen del aparato, pero nada; me levanté a comer algo aun sin hambre, pero nada, llamé a mis padres por teléfono para saber cómo se encontraban, pero nada... No pude evitarlo: me dormí viendo el debate, el gran debate. Me dormí, lo juro por Dios. Cuando acabó me desperté y me alcé como un resorte. Y me dediqué una hora a ver, en zapping, las conclusiones que ofrecían varias cadenas de televisión. Me aterré al comprobar que no fue sueño lo que había tenido una hora antes. Lo juro por Dios.

domingo, marzo 02, 2008

Vota ¡Imbécil!

Y nos lo dicen amparados por nuestro dinero.