miércoles, julio 21, 2010

La verdad después de todo

Dice la Ministra Aído (El País, 18-07-2011) que los países que están primeros en el ranking de competitividad son los países que están primeros en el ranking de igualdad de género. Y no seré yo quien lo discuta, más bien podría decir que estoy absolutamente de acuerdo con lo que no es más que una evidencia. Así la afirmación de Aído carece, en sí misma, de ideología por mucho que ella crea lo contrario, pues ejerce una comparativa basada en lo cuantitativo. Si acaso se encuentra trufada de “otra” ideología, la que sólo quedaría clarificada ante el análisis de lo que a un político no le interesa, lo cualitativo (ética). Veamos.

El término competitividad sólo puede entenderse bajo el aspecto inflexible de los Números, de ahí que todo quisque tenga claro cuáles son los países primeros en el ranking de competitividad. Los Números vienen determinados de forma exclusiva por el Dinero y no por la calidad de vida (véase Japón). Y el Dinero viene determinado por las Grandes Empresas y por las Multinacionales cuyo poder determina, a su vez, los presupuestos, las actitudes, los programas y las acciones de los principales Partidos Políticos, de los principales Gobiernos. En fin, la competitividad debería ser la pesadilla de todos aquellos que creen profundamente en la Política Social, pues la Ley del más Fuerte crea ante todo sumisión y esclavitud. Y con toda seguridad la competitividad debe ser el sueño de todos aquellos que creen fervientemente en la justicia de los mercados, esa justicia que se encuentra fundamentada en la Ley del más Fuerte.

Y, en efecto, los primeros en el ranking de competitividad son los primeros en el ranking de igualdad de género. Que son los países que, sobre todo de un tiempo a esta parte, prestan Dinero a los países depauperados (“menos competitivos”) y masacrados por unos presidentes corruptos que a su vez se encuentran apoyados protegidos y financiados por los países más competitivos; un Dinero que los países “menos competitivos” sólo podrán devolver con las sangre de unos ciudadanos moribundos y genuflexos. En efecto, los primeros en el ranking de competitividad son los primeros en el ranking de igualdad de género. Que son los países que actúan creyendo en la justicia de los mercados, esa justicia que se encuentra fundamentada en la Ley del más Fuerte. Así es como el Mundo se encuentra inexorablemente dirigido, ahora más que nunca, por los países más competitivos (que lo son, entre otras cosas, por su abuso inmisericorde de los países “menos competitivos”). Y esos países tan competitivos están gobernados en una progresista paridad, que por algo son los más competitivos. Qué malas son a veces las coincidencias. ¿No?

Post Scriptum. En una tertulia televisiva (20-07-2011) la escritora Reyes Monforte quiso contar una anécdota proveniente de su propia experiencia; una anécdota que hilaría con el que era motivo de la discusión que en ese programa mantenía dividida la opinión, el de la prohibición del burka en instancias públicas (y sabemos de la negativa de la Ministra a legislar su prohibición). Por lo visto la escritora coincidió en una cena privada y restringida con la Ministra Aído. En ella los invitados iban siendo atendidos y servidos por camareras ataviadas con su correspondiente uniforme. Considerando que su responsabilidad mesiánica no le permite bajar la guardia, no tardo Aído en manifestar sus quejas sobre algo que como mujer le ofendía. Y así dio cuenta a los compañeros de mesa del desagrado que, como mujer, le producían las cofias de las camareras. Según Reyes Monforte, Aído expresaba su malestar ante lo que para ella no era sino un signo de sometimiento. En el fragor provocado por esa comprometida opinión creó ciertas expectativas en los comensales. La propia Reyes Monforte quedó desconcertada ante el final de su reivindicativo discurso, pues cuando todo hacía presagiar que Aído acabaría proponiendo la supresión del elemento anacrónico y disonante ésta concluyó: “deberían ponerle la cofia también a los camareros”. Éste es, al parecer, el sentir verdadero de quienes dicen poseer ansia de justicia.

1 comentario:

vicent dijo...

Gracias Alberto,no se si somos muchos o pocos los que te leemos,pero por favor no nos abandones.