domingo, octubre 24, 2010

Plural mayestático y Mentira

(Una semana después)
El plural mayestático sirve de forma desigual a las diversas formas artísticas. No es lo mismo hacer uso de él para expresar un juicio sobre cine que usarlo para hacer lo propio con la música. El cine es una forma artística relativamente joven que con su desarrollo se ha asegurado la existencia de aquello que le confiere verosimilitud: el público. Eso de lo que se deshizo la música hace cerca de 100 años y eso que despreció el arte desde los orígenes de la modernidad, esto es, desde los mismos orígenes del arte. No es lo mismo, pues, usar el plural mayestático para hablar de La diligencia de Jonh Ford que usarlo para hacer lo propio con un klee de Paul Klee. La credibilidad del primer caso no carece de sentido debido, precisamente, a la verosimilitud que confiere la existencia de un público, un público que sabe de trasgresiones pero que conoce las normas. Sin embargo un klee no puede dejar de ser más que el producto de un capricho que nace ante la indeterminación de normas, la libertad total. Si el cine produce signos el arte produce síntomas. No hay otra.

Así, en el arte, el plural mayestático no podrá dejar de ser más que una forma retórica que se usará, fundamentalmente, desde la ignorancia. Valga la tremenda paradoja. En efecto, el plural mayestático se usa con frecuencia en el arte como una manera de evitar el ridículo que suponen, precisamente, las frases típicas y previsibles (o emocionalmente pobres). Se requiere mucho talento para hablar desde la primera persona sin que el discurso aparezca ante el lector como algo sumamente básico e infantil. Ciertas palabras supuestamente expresadas desde el sentimiento pueden resonar ridículas desde la primera persona, sin embargo dichas desde el plural mayestático pueden llegar a parecer incluso verdaderas. El caso del post anterior sirve de ejemplo, los efectos del decir “(el cuadro) nos reclama desde la distancia” (Muñoz Molina) son extraordinariamente distintos a los del decir “(el cuadro) me reclama desde la distancia”. No hay duda de que la primera persona habría resultado infantil, pero se habría debido, precisamente, a la brutal vulgaridad del (no) argumento. De esta forma el plural mayestático se descubre como una forma de expresión extremadamente fácil de usar por todo aquel que no tenga gran cosa que decir; o por todo aquel que carezca del valor necesario para decir algo por boca propia. Se trataría, en definitiva, de la forma de expresión “perfecta” para todo aquel que careciera de argumentos reales y verdaderos; la forma de expresión "perfecta" del ignorante.

O por decirlo de otra forma, en arte el plural mayestático es un intento de verificación, pero con la particularidad de que lo que se pretende verificar es “de por sí” inverosímil. Desde el plural mayestático todo argumento será verídico, con independencia de que pueda ser o no verdadero, porque supuestamente está dicho desde la realeza. Y precisamente es por haber sido dicho desde la realeza por lo que no podrá ser nunca verosímil (sobre todo dada la inecesariedad de verificación alguna). Y la Verdad, que al parecer nada tiene que ver en este entierro, sería ese “acto de valentía que elige la incertidumbre objetiva con la pasión del infinito” (Kierkegaard). “La esencia de la verdad es esta apreciación: “creo que esto o aquello es así”. Lo que se expresa en este juicio son las condiciones necesarias para nuestra conservación y desarrollo” (Kant).

Post Scriptum. Como es sabido hace dos días han sido concedidos los galardones del Príncipe de Asturias. Las palabras de nuestro casi Rey (Felipe) respecto al premiado artista Richard Serra fueron: “Es un gran artista, creador de una obra inconfundible y solemne, generosa y horada, enraizada en la verdad, que nos invita a formar parte de ella, a vivirla con emoción” (22-10-10). Y, en efecto, se trata de palabras propias de un (casi) Rey. Aunque si he de ser sincero yo preferiría no formar parte nunca de una obra de Serra. Dos serían los motivos: primero por desconocer verdaderamente la verdad de las raíces de los mastodontes y segundo, y fundamentalmente, por miedo.

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