domingo, diciembre 26, 2010

Calidad Vs. Representatividad

Por cuestiones que no vienen a cuento he visto, en el mismo día, dos películas españolas realizadas por las mismas fechas: Deprisa deprisa de Carlos Saura (1981) y Los autonómicos de Mariano Ozores (1982). Por ir al grano: de entre las dos me quedo con esa que tan bien (¿) representa aquella época de transición, Los autonómicos. O por decirlo de otra forma, me quedo con Los autonómicos, entre otras cosas, por los motivos que se adujeron para defender la otra, Deprisa deprisa: por representar la “transición que media entre la represión fascista y la democracia” (consúltense hemerotecas).

No se trata de comparar dos formas de entendimiento cinematográfico tan antagónicas, pues ante toda posible comparativa saldría siempre beneficiado Carlos Saura. Y menos aún se trata de minusvalorar la obra de uno de los directores que mejores productos cinematográficos nos dejó en épocas menos libres. De lo que se trata, pues, es de dilucidar cuál de las dos películas representa mejor, no tanto una época concreta como al país en que se circunscribe su producción; un país que al parecer no puede más que repetir tenazmente los errores que imposibilitan su verdadero desarrollo. Es en este sentido que Deprisa deprisa “sólo” relata una historia que se adscribe a unas concretas coordenadas espacio/temporales y, sin embargo, Los autonómicos relata, aunque a partir de la parodia, nuestra particular hecatombe.

Deprisa deprisa no deja de ser una correcta descripción del particular momento de un país en vías de desarrollo; un país que lucha por recuperar el tiempo perdido. La localización de los exteriores elegidos le sirve a Saura como metáfora de un desarrollo que ignora y relega cualquier periferia (periferia que es aquí protagonista). Pero es en este sentido en donde la película se vuelve, en contra de las apariencias, más universal, esto es, menos representativa de lo particular. Así es como, por ejemplo y salvando las distancias, es reconocible como “nuestra” la idiosincrasia periférica de un Ken Loach (Lloviendo piedras o la de n Mike Leigh (Secretos y mentiras), por citar sólo dos ejemplos. Sé que resulta difícil de aceptar, pero hay quien sólo bajo presión y ante el posibilismo se crece artísticamente. El mejor cine de Saura es, paradójicamente, el anterior a la democracia: Mi prima angélica, Mamá cumple 100 años, Elisa vida mía y sobre todo La caza.

De esta forma, la curiosa demanda de Aniceto (Juanito Navarro), alcalde del pequeño municipio de Regajo de la Sierra, es menos grotesca de cuanto pudiera parecer, y mucho más representativa de un carácter que se ha demostrado tan particular como consustancial en nuestro territorio. Tal es la trama de la película: Aniceto quiere convertir a su pequeño municipio en Comunidad Autónoma y hará lo que haga falta para conseguirlo (sobornos, chantajes). Una trama, como puede verse, que resulta perfectamente representativa no tanto de su momento histórico, que también, cuanto de un carácter que subyace en la clase dirigente española más allá de un concreto momento histórico. O por decirlo acorde a los términos que aquí nos importan: cuando yo veo Deprisa deprisa mi memoria me retrotae con precisión al Moratalaz de mi infancia, un Moratalaz sórdido que produce un recuerdo cargante por exacto, es decir, cargante por “antiestético”. Sin embargo cuando veo Los autonómicos mi memoria desaparece ante la descripción de unos hechos que pierden su sentido histórico para conducirme, a través de la sátira, al genuino y persistente esperpento español.

Ciertamente todo producto es (fue) consecuencia de su propio presente, pero no es menos cierto que el devenir juega con varias posibles combinaciones de los elementos que conforman el verdadero éxito ulterior; es decir, un éxito en el presente continuo no garantiza posteridad alguna. Cientos de películas con gran éxito en taquilla han acabado en la indigencia debido al implacable juicio emitido por el paso del tiempo. Hay quien cree que se debe sólo al cambio de gusto de las sociedades, pero a mi modo de ver se trata de algo más fácil de explicar: mucho de lo que en cada presente continuo ha parecido representativo de su época no ha sido más que el producto de una imposición estética conculcada por una pandilla de intelectuales progres con mucha falsa fe en el futuro.

Indudablemente es mejor director de cine Carlos Saura que Antonio Ozores, e indudablemente es mejor película Deprisa deprisa (a pesar de los pesares) que Los autonómicos, pero vistas estas dos películas en la actualidad cabe creer que el paso del tiempo ha clarificado las cosas en cuanto a la representatividad de ambas; una es representativa de un momento tan puntual como discutible, la otra es representativa de nuestra particular hecatombe. Ya lo decía más arriba: de lo que se trata, pues, es de dilucidar cuál de las dos películas representa mejor, no tanto una época concreta como al país en que se circunscribe su producción; un país que al parecer no puede más que repetir tenazmente los errores que imposibilitan su verdadero desarrollo. Los autonómicos, al igual que Deprisa deprisa, representan bien la “transición que media entre la represión fascista y la democracia” pero la primera nos muestra, además, de qué estamos hechos los españoles.

domingo, diciembre 19, 2010

¿Lapsus?

Acaba el año y el número de mujeres asesinadas por sus correspondientes parejas (actuales o pasadas) se parece salvajemente a los números obtenidos en años precedentes. Los expertos en la materia se expresan al respecto en los medios de comunicación, fundamentalmente en la televisión y la prensa, haciéndose eco del asunto a su estilo; esto es: imponiendo una mirada sobre los hechos que, con pertinacia, se va demostrando ineficaz a lo largo de todos estos años de seguimiento estadístico. En cualquier caso los expertos insisten con su “mirada” en sus tesis y en lo que ellos llaman políticas de prevención. Que no son otras que las que nos invaden e imponen sin ofrecer la posibilidad de alternativa alguna, ya no sólo con respecto a las soluciones sino al mismo entendimiento de los hechos.

Ayer en El País, con el titular “Diciembre negro para la mujer”, se nos cantaba la insoportable cifra de víctimas a día de hoy. Toda una página dedicada a (sobre)entender como machistas los asesinatos de las 70 mujeres: “nuevo asesinato machista”, “violencia machista”, “70 asesinadas por los machistas”. Son frases de los expertos, que no son otros que aquellos que hablan desde donde sólo ellos pueden hacerlo, desde la tribuna, que por eso son expertos. Lugar privilegiado desde donde nadie, al parecer, puede salirse del guión de la corrección. Un guión ya escrito que exige un previo innegociable: la criminalización del varón.

“Entre las causas del repunte (de asesinatos) está el debate neomachista de la victimización de las mujeres, junto a la polémica de las denuncias falsas”, dice Miguel Lorente, delegado del Gobierno para la Violencia de Género. E inmediatamente después, pero sin atribuir por entrecomillado, se nos dice “También observa un posible efecto imitación o paso a la acción”. La primera frase del experto resulta tan sintomática como significativa y sólo da cuenta del lógico desconcierto que sufren quienes no aciertan a conocer algo tan elemental (ante un problema) como es el conocimiento de los hechos. Llevamos mucho tiempo en el que al periodismo se le ha olvidado algo tan elemental como es la necesidad previa de fijar los hechos. Así, sus análisis sólo pueden estar viciados por lo que ellos creen que debe ser dicho. Ahora, bajo los auspicios de la Corrección Política asentada sobre la Cultura de la Queja.

De entrada podría decirse que ante un problema todo debate debería considerarse siempre bueno o fructífero en la búsqueda de soluciones. Por lo que no puede achacarse a un debate la perpetuación del problema, a no ser que no se sepa de lo que se habla. O a no ser que, después de todo, el debate no sea sino el producto de una fantasía paranoica. Por otra parte, habla de debate neomachista, lo que resulta difícil de entender, pues no puede haber debate allá donde dos partes piensan lo mismo (pues el debate neomachista sólo puede darse entre neomachistas). Además, para el experto no es machista, sino neomachista, es decir, que vuelve a ser machista (¿). Así, un debate entre (¿miles de?) hombres que “vuelven” a pensar de forma machista es pues la causa por la que unos cuantos degenerados no han podido evitar las consecuencias de encontrarse ante la radical necesidad de asesinar, no a cualquier mujer, sino a su (ex) pareja. El debate, pues, como causa de asesinato!!!! Como también lo es la polémica de las denuncias falsas. No el problema en sí de las denuncias falsas, sino la polémica. La polémica (promovida y desarrollada por miles de hombres “malos”) como causa de los asesinatos producidos por unos cuantos degenerados!!!!

Y por si había dudas de lo que dice el experto respecto al debate llega una de las domadoras de expertos para abundar en lo mismo. “Lorente, al igual que la Ministra de Sanidad Política Social e Igualdad, Leire Pajín, asegura que la polémica sobre las denuncias falsas está haciendo un “flaco favor” a las víctimas de esta lacra. “Ese debate alimenta la violencia y provoca que quien ya está en una situación así sea más violento”, considera”. Y continúa “Igualdad también estudia el factor “imitación o paso a la acción” como uno de los factores a considerar en estos crímenes”.

Así que no sólo es el debate el culpable del repunte, también lo es la necesidad de imitación. No es, pues, la desesperación lo que lleva a un enfermo valenciano a matar a su mujer, sino el saber que un andaluz lo hizo antes. No hay, por tanto, posibilidad alguna de que los asesinos estén desinformados; son asesinos entre otras cosas porque están informados. De hecho, para los expertos es la información que reciben los hombres lo que como hombres les incita a matar. No es que estén desesperados, es sólo que además de machistas (¿) están informados sobre otros asesinos y quieren imitarlos. Por tanto, para evitar el “repunte” de asesinatos sólo habría que acabar con los debates (que en realidad no existen) y evitar dar la información (esa que se la trae al pairo a los que por desesperación se verán impelidos a asesinar) de los asesinatos.

Para acabar, claro, Inmaculada Montalbán, presidenta del Observatorio de la Violencia de Género del Consejo General del Poder Judicial, dice “… eso no hace más reforzarnos en que hace falta más trabajo en ese ámbito preventivo y educativo”. Y ya sabemos lo que quiere decir preventivo y educativo para los expertos (ver penúltimo post).

Addenda: No es la primera vez que veo presentar a los expertos sobre el tema con la expresión para en sustitución del contra: “Miguel Lorente, delegado del Gobierno para la Violencia de Género”. ¿Se tratará de un lapsus o se trata de una simple verdad?

Post Scriptum: Sobre el debate y la imitación. Pasaron anteayer por televisión un documental que se llamaba Chicas de discoteca y trataba de mostrar la relación que mantienen las menores de edad con los locales denominados discotecas. La entrevistadora preguntaba a las adolescentes cómo hacían para beber tanto si no tenían dinero. Las niñas no dudaron ni un momento: “eso está chupado, siempre encontramos algún pringado que nos invita” dijo una de ellas, “sí, es fácil dar con un pagafantas”, dijo otra. La entrevistadora les pregunta entonces, “y que hacéis una vez os ha invitado?”. “Que vamos hacer, darle puerta (hace el gesto); mandarlo a tomar por culo”.

domingo, diciembre 12, 2010

Las sillas de Ionesco

1-España y el absurdo. Por lo que sé, sólo 8 personas en diez meses pudieron vivir en sus propias carnes, de modo individual, una experiencia que resulta difícil de imaginar. La de encontrarse a solas en todo un aeropuerto. Podría ser interesante conocer la experiencia de esos 8 afortunados viajeros que pasaron por el aeropuerto de Huesca en el transcurso de 10 meses. Gracias a ellos sabríamos, por fin, si los no lugares descritos por el plomo de Marc Augè pueden ser también superlugares que cuestan una fortuna para que los no viajeros no hagan un pipí mientras no esperan la llamada de la puerta de embarque. Pero, aunque no anuncie vuelos para los que no hay viajeros, el aeropuerto de Huesca (o el de Lérida) se encuentra atiborrado de sillas en las que nadie se sienta. Sillas ergonómicas.

2-El Mundo y las lágrimas de cocodrilo. Resulta difícil de imaginar que una silla vacía sea el centro de atención, no sólo de todo el auditorio repleto de cientos de personalidades, sino de todos los millones de televidentes emocionados ante la ausencia del último Nobel de la Paz. Una silla vacía, pues, que representa lo que con la ausencia niega. Perfumes, colonias y joyas a manta para celebrar un símbolo que queda negado en su misma representación. Un símbolo que los países civilizados traicionan a diario con sus abrazos diplomáticos. Así, una silla vacía para una no presencia del “único” verdadero representante de la Paz. Y mientras después de la ceremonia los compungidos asistentes comen cigalas en el Ritz, Xiabo se pudre en la cárcel por creer en lo que no puede creer una silla vacía (colocada entre cientos de sillas ocupadas y perfumadas).