lunes, septiembre 10, 2012

La Realidad (y la fórmula)


Hay quienes afirman que el Conocimiento se adquiere a través de una democrática fórmula que consiste en hacerse preguntas permanentemente. Son gente que afirma que toda Verdad lo es de su contexto, y por ello también afirman que la creatividad genuina (filosófica, artística…) consiste en pasarse la vida formulándose preguntas. Pero curiosamente son esos mismos, y no otros, los que después nunca se conforman con la duda y resuelven de forma más categórica. Afirmando, como digo. Su afirmación favorita, la que más cachondos les pone, es esa que considera la Realidad un constructo. Un constructo lingüístico… “¡y punto!”. De hecho es esa gente, y no otra, la que de forma casi exclusiva lleva más de 30 años imponiendo esa (supuesta) democrática fórmula pedagógica, una fórmula que ni ellos mismos cumplen: o mejor, que fundamentalmente ellos incumplen. Al menos cada vez que examinan a sus alumnos exigiendo de ellos un Saber adquirido y no intuitivo. En realidad sólo se hacen preguntas cuando sueñan. O sea, en la Irrealidad.

Sólo aceptaría, pero sin mucha ilusión, que un semiólogo o un conductista me hablaran de constructo cuando hiciera referencia a la Realidad, por aquello de otorgarle un voto de confianza a sus áridas investigaciones. Pero si fueran un médico o un periodista quienes lo hicieran me tiraría a su yugular. Porque al fin y al cabo, y como decía Vázquez Montalván, “la realidad es la realidad como el fútbol es el fútbol”. Y lo decía quien sufrió en sus carnes la angustia que proporcionaba gustar de unos “lujos” que entraban en contradicción con la Teoría. Que por eso sabía que “la realidad es la realidad”. La cuestión es que, guste o no, la Realidad siempre se encuentra, después de todo, más aquí que, por ejemplo, las teorías de Baudrillard, Rorty, Putnam o Derrida.

La Realidad está entre nosotros. Lo que sucede es que tantos años negándola (no por los filósofos sino por los mitómanos profesorcillos universitarios y politicuchos ambiciosos) han hecho su efecto. Y ahora el sujeto generado por tanto estudio cultural progresistamente descreído anda desconcertado y desorientado teniendo que situar su deseo en un lugar con aristas de verdad. Y no en una fantasía. De todas formas, y aunque sólo sea por la inercia, el pensamiento académico sigue en sus trece, afirmando que lo local es el paraíso (victimismo relativista) y que Shakespeare era negro (relativismo victimista).

Addenda. Nada todo lo dicho le impide a la Realidad poder ser turbia, inestable, opaca, incomprensible, engañosa… Realidad sería, por ejemplo, lo que le hace decir a un Gobierno “Vota SÍ por el bien de España” después de haber proclamado en las campañas electorales “De entrada NO a la OTAN”. Es precisamente desde ese momento que los políticos, apoyados subliminalmente por el pensamiento académico/correcto, han estado toreando a los ciudadanos (con su consentimiento, claro) jugueteando con la fórmula. Por eso cuando llega un político y habla de Realidad se genera un murmullo.

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