martes, enero 21, 2014

Y aún dicen que el pescado es caro

A.-Entre risas obligadas, que no forzadas, se desarrollaba ayer el programa que diariamente congrega, delante de los televisores, a varios millones de personas confirmando los más altos índices audiencia. Todos los días hay que reírse a la misma hora. Si uno quiere, claro. Es el programa favorito de mis sobrinos, que tienen 13 años. Pero también les gusta mucho a todos mis alumnos, de 24 años. Y a muchos de sus padres, de 52 años. Pero es el favorito de mis sobrinos, de 13 años. Y lo ven millones de personas.

Ayer, como todos los días, la entrevista al famoso de turno que nada casualmente tiene algo que promocionar. En este caso, el fin de la emisión de una de las series televisivas más exitosas de la temporada. Hay que promocionar los estrenos, pero también los finales, da lo mismo siempre y cuando se haga con ese tono buenrrollista donde los famosos se sinceran entre bromas. “Je, je”.

Con motivo de las ambigüedades que manifiesta la invitada en lo que a las relaciones sentimentales/sexuales de su personaje en la serie se refiere, el presentador distingue dos personajes masculinos, el galán y el canalla. Al parecer el personaje femenino protagonista se debate entre esos dos tipos, así la pregunta no se hace de esperar: “¿y tú con qué besos te quedas, con los del galán o con los del canalla?” La respuesta es clara y rotunda “con los del canalla por supuesto”.

B.-Se tratará para muchos de un simple programa, que a lo mejor lo es. Pero desde luego no para mí. Lleva demasiados años en antena como para no dar importancia a su longevidad. El programa se llama Hombres y Mujeres y viceversa y en él se congregan jóvenes de ambos sexos con el fin de encontrar las afinidades suficientes entre ellos que les permitan las ulteriores relaciones sexuales. Que se dan. Citas, saunas, yakuzis, discotecas, hoteles… morreos, magreos, tangas, sudor, músculos… y después al plató a comentar las incidencias. Ellos marcando bíceps y pectoral con camisetillas de algodón high cost y ellas con minifaldas que enseñan el ombligo.

Las diferencias entre sexos no sólo es algo que queda en evidencia constante sino que es potenciado en la medida en la que resulta tan inevitable como rentable. O mejor: si admitimos que no existe posibilidad alguna de emitir por televisión un programa políticamente incorrecto, hay que admitir que la exaltación (inconsciente) de la diferencia tiene como causa una que resulta insalvable; a saber: lo real de la diferencia.

Más allá de particularidades y anécdotas varias que se traslucen a lo largo de tanto ligoteo y de tantos programas la pregunta podría ser, ¿existe en las chicas alguna actitud que pudiéramos señalar como una constante en lo que  a la elección de los chicos se refiere? ¿Existe en esa elección femenina algún chico que pudiéramos denominar tipo –por recurrente y generalizado- más allá de las diferencias que conlleva toda particularidad?

Aunque quizá primero deberíamos hacernos otra pregunta, ¿son estos chicos y chicas representativos de la juventud hasta el punto de poder tomarlos, con las correspondientes cautelas y prevenciones, como modelos? A lo que yo contestaría sin dudar: SÍ. 

Esto es, los jóvenes del programa son, en efecto, representativos de un término que englobaría la generalidad en la medida que son los prototipos que despiertan el deseo del (in)consciente colectivo. Es decir, puede afirmarse que los chicos y chicas del programa son aproximadamente representativos de esa generalidad que llamamos juventud en la medida que su deseo emerge ante las mismas premisas (las que se reproducen en músicos, deportistas, actores, etc.)

De hecho hay una prueba que demuestra que, en efecto, sí hay una actitud que pudiéramos señalar como una constante en lo que a la elección de los chicos se refiere. Una prueba que es ciertamente irrefutable en la medida en que es proporcionada constantemente por las mismas protagonistas. Cada vez que pueden afirman, de una manera o de otra, que los chicos que les gustan son, ciertamente, “los malotes”.

Y aún dicen que el pescado es caro.


O lo que es lo mismo: dadas las exigencias de las mujeres… aún pasa poco

Nota. He comprobado que el post anterior no me salió del todo bien ya que es mucha la gente gente que no entendió la metáfora y por tanto no "reconoció" el personaje. Zalamero era, cómo no, José Luis Rodríguez.