lunes, septiembre 21, 2015

Cataluña

Es más que probable que de los más de 300 posts que contiene este blog haya en él cerca de 200 que traten el tema de la Corrección Política. Esto se debe a una sola razón: soy de los que cree que la práctica totalidad de los males que nos afectan a las sociedades civilizadas provienen de la implantación y el ejercicio de lo políticamente correcto. O por decirlo de otra forma más maniquea pero no por ello menos precisa: tengo la convicción de que la Corrección Política es el verdadero cáncer de nuestro tiempo.

La Corrección política nació en los Campus Universitarios anglosajones hacia los años sesenta pero no se instaló definitivamente en Occidente hasta principios de los ochenta. Fue un "invento" de la Izquierda más "académica", siempre tan comprometida ella, pero como su eficacia se demostró tan poderosa la derecha se apuntó rápidamente al carro. Así, salvo raras excepciones el mundo occidental lleva configurándose desde hace 40 años bajo unas innegociables formas de poder muy concretas. Las que se sustentan sobre la promoción de problemas que deberán ser irresolubles. Valga la perversa paradoja.
Pero como digo, todo ha sido ya explicado en otros posts: la Corrección Política -en tanto que forma de poder- se ha fundamentado sobre una Cultura de la Queja que al mismo tiempo alentaba. Promoviendo un victimismo siempre vinculado, curiosamente, a cierta proporcionalidad numérica. Lo que comenzó pretendiendo ser una -necesaria- defensa de las minorías oprimidas acabó promoviendo, debido a cuestiones puramente electoralistas, un mundo exasperado repleto de micro-luchas intestinas imposibles de erradicar desde los parámetros de una forma de poder que se sustenta, precisamente, en la promesa perpetua de solucionar el problema. Así es como hemos llegado a convertir la defensa de la mujer en una Guerra de Sexos permanente y la defensa de los negros en una inevitable confrontación constante entre negros y blancos. La paridad y el sistema de cuotas son, en este sentido, paradigmas de una forma de poder que pretende beneficiar a las minorías (supuestamente víctimas por el hecho de serlo) a costa de una confrontación que queda marcada por la injusticia. Y muchas veces hasta por la "ilegalidad", como pone de manifiesto la Ley cuando diferencia los sexos para imponer penas distintas por violencia o maltrato.

El problema que vive Cataluña no deviene tanto de cuestiones políticas como de cuestiones sentimentales... y ¡emocionales! Es claro que los dos grandes partidos de España se han beneficiado de promover en Cataluña una corrupción institucionalizada de la que se desentendían (o que alentaban), pero no es menos cierto que a la avalancha de ciudadanos que se disfrazan en la calle para pedir la independencia les importa una higa cualquier tipo de corrupción, porque lo único que quieren es ser considerados víctimas, víctimas que exigen su liberación en tanto que minoría humillada por lo Hegemónico. Esa es la esquizofrenia que les toca vivir a todos los que pretenden beneficiarse de lo políticamente correcto. Exigir con furia la Igualdad al tiempo que se reivindica con ferocidad paranoica la Diferencia. Esquizofrenia en su máxima expresión. La que provoca la Corrección Política.

Addenda. No hay nada que hacer contra ella. Todo el que no sea políticamente correcto está muerto mediáticamente hablando. No tendrá voz por mucho que se encuentre cargado de razones. Porque la misma Corrección nos ha obligado a rechazar las razones si éstas las dicta lo Hegemónico. Sin embargo la víctima podrá ciscarse públicamente en quien le dé la gana porque es la Corrección quien le habrá enseñado a hacerlo. Todos sabemos que en Cataluña llevan años incumpliéndose muchas leyes y todos sabemos que la situación actual no es más que el producto de un lavado de cerebro que se les viene haciendo a los ciudadanos desde un control exhaustivo de los medios y del sistema educativo. En estas circunstancias parecería tan lógicas como legítimas las denuncias sobre un sistema, el del Gobierno Catalán desde hace 40 años, a todas luces fascistoide. Pues bien, a un ex-ministro se le ocurrió llevar a cabo esta denuncia con la frase "lo que hay que hacer es españolizar Cataluña"... y se le vino el mundo encima, pero no sólo el de las supuestas víctimas sino, sobre todo, el de los refitoleros adalides defensores de la Corrección, los que por ello no tienen ni media torta. Su pensamiento es tan débil que sólo saben de miedos y complejos. Ya digo, no hay nada que hacer: mientras se le exige a ese ex-ministro rectificar sus palabras por las ofensas generadas (?), a los independentistas se les deja que chantajeen, incumplan las leyes y amenacen con desobedecimientos varios, todos al margen de la Ley. 

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