jueves, agosto 17, 2017

Es que me muero de risa con el mundillo del Arte

Es que me muero de risa con el mundillo del Arte

Al parecer hay alguien que ha decidido “comprobar si en la era digital aún es posible crear historias fraudulentas”; se trata del subtitular de una noticia que ocupa media página (con 2 fotografías) en la sección de cultura. Ante lo que yo me pregunto en estos mismos términos, ¿cómo que si es posible… en la era digital… ¡aún!… crear historias fraudulentas? ¿Cómo que “aún”? ¿En la era digital? ¿En la era que definitivamente ha convertido en ingenua, cuando no en estúpida, toda posibilidad de creer en la existencia de Verdad alguna? ¿Precisamente en esta era, la era que por carecer de Verdad, entre otras cosas, se encuentra promiscuamente disponible al engaño y al fraude?

Así que me digo a mí mismo, a quién si no, sólo un idiota dudaría acerca de la capacidad de la red -en tanto que medio de comunicación masivo, universal e incontrolado- de generar mentiras. Incluso las más grandes, diría. Es más, sólo un idiota creería en la inocencia de la red, me sigo diciendo, sólo un idiota pondría en duda la perfecta capacidad de mentir de la red, la capacidad de generar engaños. Y no tanto de mentir como de “inventar”, de “crear” contenidos que nada tienen que ver con Verdad alguna, continúo diciéndome, porque ha sido precisamente la red la que ha convertido a todo Dios en la más genuina representación del escéptico con ansias de creer en algo, en la más pura representación del no-Dios más gnóstico. El ser digital es lo que tiene, me digo, que es (tiene que ser) escéptico por necesidad, pero siempre dispuesto a abandonar su –mal llamada- zona de confort para generarse “ilusiones”. O mejor, que es (tiene que ser) escéptico porque sabe perfectamente que la red está ahí, entre otras cosas para engañarle (con la invención de historias, muertes falsas de famosos, suplantaciones de identidad, definiciones falsas, recreaciones mentirosas, noticias imposibles, imágenes que mienten sobre lo que dicen ser ...). Así, sólo un idiota podría sentir la necesidad de demostrarnos que la red puede engañarnos, sólo un idiota haría un esfuerzo por demostrar lo que todo el mundo sabe (aunque lo sepa sólo por pura supervivencia).

La lectura completa del titular y el subtitular nos saca de dudas (y a partir de ahora cambiaré el nombre propio del protagonista de la noticia por el de Perico, pues no es mi intención escribir ad-hominen): “El fotógrafo Perico contó con la complicidad del IVAM para inventarse un artista valenciano, con la intención de comprobar si en la era digital aún es posible crear historias fraudulentas”.

Así, ya tenemos más datos: un fotógrafo, Perico, ha decidido comprobar si es aún (¿) posible en la era digital crear historias fraudulentas y para ello ha decidido elaborar un plan que debía contar, misteriosamente (pues nada hace que tengamos que vincular una intención en principio netamente sociológica al asunto del Arte), con la colaboración de la máxima representación de una Institución, en este caso la del Arte, un Museo de Arte Contemporáneo. Y por otra parte (o antes que nada) está el titular, ya en un tipo más grande, que reza “La falsa historia del fotógrafo Ximo Berenguer”. Así, entre una cosa y la otra tenemos el resumen de la noticia: un fotógrafo, Perico, se ha inventado a otro fotógrafo, Ximo, para poder demostrar que, muy probablemente, aún es posible crear historias fraudulentas en la era digital. ¡Qué grande este Perico! Y además no lo ha hecho a solas, sino que lo ha hecho con la complicidad y connivencia de un gran Museo. Definitivamente este Perico no tiene nada de idiota, por mucho que sólo un idiota pueda dudar acerca de la capacidad de la red de crear historias fraudulentas. Qué risa con la paradoja.

Pero en realidad hay que leer la noticia para entender de verdad de qué va la cosa. Sólo así uno puede enterarse de que el fotógrafo no es un fotógrafo cualquiera sino un Premio Nacional de Fotografía; de que fue él mismo quien desveló el engaño que había creado, lógicamente para un público súper-enrrollado y muy poco exigente con la adquisición de conocimientos (¿ontológicos?); de que lo desveló, ¡o casualidad!, el mismo día de la presentación de su producto artístico, el que demostraba que sí, que aún se pueden crear historias fraudulentas; un producto que no sólo estaba/estaría a la venta sino que en parte ya había sido adquirido por el IVAM… y por otras instancias vinculadas al mundillo/mercadillo del Arte.

Pero hay más: conforme se va leyendo la noticia y se van descubriendo nuevos datos sin duda más graciosa se torna. Al menos para quien conociendo las estrategias del mundillo, no deja, a pesar de todo, de sorprenderse cuando las ve funcionar tan bien entre… los propios del mundillo, sobre todo a estas alturas de una más que cuestionable  existencia del Arte. Aunque no tanto para aquellos que nunca dudaron sobre las capacidades maléficas de la red, que nada tienen que aprender (respecto a unas dudas que no comparten con Perico porque no las tienen) y sobre todo nada que comprar. Así, se nos cuenta cómo el fotógrafo Perico fue generando la estrategia contaminando primero la red y buscando cómplices después. Y es en este punto -y hago un pequeño paréntesis- donde ya decido que definitivamente Perico es cualquier cosa menos un idiota… por muy idiota que pudiera ser todo aquel que dudara acerca de la posible capacidad de la red de crear historias fraudulentas. Qué risa.

Así, se nos cuenta, sigo, cómo a Perico no le bastó la colaboración y la complicidad del director del IVAM y que contó, también, con el Consejo Asesor y el Consejo Rector del museo (todos del mundillo), con un famoso comisario de arte (del mundillo), con un galerista espabilado (del mundillo y mercadillo), con una galería de arte prestigiosa (del mundillo y mercadillo), con la Facultad de Bellas Artes (del mundillo) y con la Facultad de Historia del Arte (del mundillo). En fin, con todos aquellos que con independencia de los resultados respecto a su proyecto, (que no era otro que el de resolver una duda: la de si aún… en la era digital… etc.), formaban parte de la gran familia, esto es, del mundillo y mercadillo. Y no contó con aquellos que nunca hubieran dudado acerca de la por todos conocida posibilidad de fraude que habita en la red.


Así es el Arte del hoy, o mejor, así son los artistas del hoy: personajes que se inventan unas dudas siempre profundas y “comprometidas”, las hacen extensibles a la humanidad a través de su filantropía creativa, se las resuelven entre ellos a su manera (generando productos y teorías), se las cuentan a sí mismos (mercadeando) y se la chupan en grupo. Es que me muero…

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